No sabía qué, pero sabía que me faltaba algo. Dios no me contestaba, así que empecé a creer que mi necesidad no era necesaria. Me recordaba a mí misma que “Dios es mi todo. No necesito nada sino a Él. Soy egoísta y necesitada. Simplemente tengo que depender y confiar en el poder de Dios y superaré esto”. Eso es lo que había escuchado toda la vida, y se convirtió en mi mantra.
Todos queremos disfrutar la paz del Señor, pero tenemos que saber que no es una paz que caiga sola del cielo: Él nos la da, sin embargo el Señor nos indica que tenemos una parte activa.
Hoy Jesús te pregunta a TI: “¿quieres ser sano? ¿Qué quieres que haga por ti?”
En la vida personal y laboral, llegar al corazón de la vulnerabilidad es fundamental. Jesús nunca estará más cerca de ti que cuando eres realmente honesta contigo misma sobre lo que realmente estás sintiendo. No puedes sanar lo que no reconoces. No puedes transformar lo que has pretendido que no existe.
Creía que tenía que hacer todo lo que fuera posible por los demás. Mis pensamientos eran: “no tengo ningún derecho”, “no debo pensar en mis necesidades”, “tengo que decir que sí a todo”. Eran pensamientos autodestructivas, pero no lo sabía.
Jesús dice, “Ama a tu prójimo COMO a ti mismo”. Ni más, ni menos. Hay que tener balance. De hecho, si no sabemos cómo amarnos y cuidarnos a nosotros mismos correctamente, no vamos a saber cómo hacer lo mismo con otros.