¿Alguna vez has reprimido tus emociones porque pensaste que no podías confiar en ellas?
Yo lo hice; durante la mayor parte de mi vida adulta. De hecho, reprimía mis emociones porque pensaba que era la manera “cristiana” de lidiar con ellas. Me decía cosas a mí misma como:
Yo no estoy sola, tengo a Jesús.
Yo no necesito terapia, puedo orar.
¿Cuál vergüenza? Mi identidad está en Cristo.
No estoy enfadada, yo perdono.
Por alguna razón, pensaba que mi relación con Cristo me había hecho inmune a las emociones humanas normales. Había incluso una parte de mí que menospreciaba a las emociones.
No podría haber estado más equivocada.
La desviación espiritual
Yo padecía de lo que los psicólogos llaman “desviación espiritual”. Este término está muy de moda estos días, y por eso es importante entenderlo. La desviación espiritual simplemente significa el uso de conceptos espirituales, clichés; o actividades para evadir o evitar lidiar con tus verdaderas emociones, especialmente las más difíciles cómo: el enojo, duelo, miedo, soledad, envidia y vergüenza.
Esto no funciona.
Y los cristianos no son inmunes a este problema.
Por ejemplo, ¿alguna vez has compartido una situación difícil con miembros de tu comunidad de fe y te han dado alguna versión de las siguientes respuestas?:
“No tienes que sentirte deprimida. Dios te ha dado tantas cosas.”
“Ora más; pídele a Dios que te quite la adicción.”
“Dios te ha perdonado, así mismo debes perdonar a tu abusador. Solo pon tu otra mejilla.”
“Enfrenta tu temor! Es el enemigo de tu fe.”
No estoy diciendo que estos comentarios no sean ciertos hasta cierto punto. En Cristo, nosotros tenemos acceso a recursos espirituales maravillosos (Efesios 1:19). Y buscamos ser personas de oración, llenas de fe y perdón, sin importar nuestras circunstancias.
Pero el fruto espiritual no crece sin cultivar la tierra. Y cuando estos clichés cristianos menosprecian el sufrimiento, equivale a ofrecerle una manzana de plástico a alguien que tiene hambre.
“No deberías sentirte así”
En vez de abordar el dolor de un alma herida con compasión, humildad; y el consuelo de nuestra cariñosa presencia, nosotros minimizamos, espiritualizamos; y hacemos suposiciones equivocadas. De hecho, así hacemos más daño a los que ya están heridos. Les estamos diciendo que si fueran mejores cristianos; no se sentirían así.
Nos convertimos en las mismas personas a las que Jesús reprendió cuando dijo: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas”. (Mateo 23:4 NVI)
Le decimos a la persona herida que sea más espiritual, en vez de hacer algo más santo e importante: compartir su dolor. Esta es la versión cristiana de la desviación espiritual.
A veces nos lo hacemos a nosotros mismos.
En lugar de intentar entender nuestras emociones, le pedimos a Dios que “las elimine” o “haga un milagro en nuestra vida”. En vez de permitir que nuestro dolor o enojo nos ayuden a establecer límites saludables con otros, enterramos estas emociones en nombre del “amor” o “sacrificio”.
Otra forma más sutil de hacer es simplemente evitar pasar tiempo a solas para no tener que enfrentar estas emociones. Le damos otro uso a “buenas” actividades, como estudios bíblicos, células o servicio en la iglesia, para mantenernos ocupados y lejos de lo que realmente pensamos o sentimos.
El siguiente gráfico ilustra la diferencia entre la salud emocional y la desviación espiritual:
Salud Emocional | Desviación Espiritual |
Una parte de mí se siente triste hoy, quisiera saber por qué puede ser. | No tienes por qué estar triste, Dios te ha dado muchas cosas. |
Me siento tan enojada con él. No quiero explotar de rabia, solo quiero entender de dónde viene esta rabia. | Pídele a Dios que te quite la rabia. |
Yo quiero perdonar, pero mi corazón está muy lejos de conseguirlo. Voy a hablar sinceramente con alguien de este problema. | Dios te ha perdonado, así mismo debes perdonar a otros. Pon la otra mejilla. |
Me da temor lo que puedan pensar de mí. Quiero entender ese miedo para que no me controle. | No alimentes tu miedo. Es el enemigo de tu fe. |
Tus emociones siempre te alcanzarán
El problema es que evitar tus emociones no funciona.
Tus emociones acabarán alcanzándote. En mi caso, el dolor y la soledad no reconocidos salieron en una avalancha de ansiedad que no pude ignorar. Tuve que enfrentar las emociones que había mantenido enterradas y aprender a cuidarme. Para otros, el dolor no reconocido puede dar la cara a través de una depresión. Esto puede llevar a una infidelidad o un arrebato violento. Puede incluso llevarte a rechazar tu fe o herir a otros.
La desviación espiritual no es lo que recomienda la Escritura (ver Job 42:7-8, Isaías 53:4, Juan 11:33, Mateo 5:3-5, etc.). Jesús acoge al maltratado, al pisoteado, al desesperanzado, hasta a las almas que dudan. Él no los aísla. De la misma manera, no aísles tus propias emociones. Te están diciendo algo sobre ti misma y sobre tus experiencias.
En la vida personal y laboral, llegar al corazón de la vulnerabilidad es fundamental. Jesús nunca estará más cerca de ti que cuando eres realmente honesta contigo misma sobre lo que realmente estás sintiendo. No puedes sanar lo que no reconoces. No puedes transformar lo que has pretendido que no existe.
Está claro que no quieres ser gobernada por tus emociones. Hay una manera sana de establecer límites con las emociones cuando tienes luchas. Pero, por favor escúchame cuando te digo que las emociones no son el enemigo. La tristeza, el enojo, la culpa, el miedo e incluso la vergüenza son SEÑALES. Ellas necesitan tu atención, compasión y entendimiento, no clichés espirituales que suenan bien.
El antídoto contra la desviación espiritual
Si estás notando una emoción no deseada, ponte curiosa al respecto En vez de evitarla, intenta entenderla con la ayuda de Dios. “El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera.” (Prov. 19:8 NVI).
La curiosidad por tus emociones comienza con estos 3 pasos:
1.) Céntrate en la emoción desafiante o abrumadora. Puede sonar contradictorio, pero si te centras en la emoción no deseada; aprendes a diferenciarte de ella, o a ganar distancia. Reconoces que esta emoción es solo una parte de lo que tú eres.
2.) Ten compasión contigo misma a medida que experimentas esta emoción. Tu primera respuesta a una emoción no deseada suele ser culparte o tratar de hacerla desaparecer. Ninguna de las dos opciones funciona. En lugar de esto, trata de ser compasiva contigo misma por tener esta emoción. Es probable que esté allí por una razón. No tienes que dejarla que tome el control. Pero tampoco tienes que odiarte por sentirte así.
3.) Invita a Jesús a que se acerque más a ti. ¿Cómo sería pedirle a Jesús que comparta el enojo, dolor, envidia, o falta de perdón que estás experimentando? En vez de intentar hacer desaparecer esas emociones, solo tienes que estar con ellas y pedirle a Jesús que te acompañe a medida que las sientes. Puede que te sorprendas de lo que descubres.
En cuanto enfrentas tus emociones con compasión, estas se calmarán y tú ganarás claridad. Tu enojo, una vez reconocido, podría ayudarte a entender dónde necesitas establecer un límite sano. Tu tristeza podría ayudarte a descubrir una herida que necesita sanación. Tu envidia podría ayudarte a identificar un deseo profundo dentro de ti por el que has tenido miedo a luchar.
Dios te hizo con emociones. Ellas son una parte importante de quien eres. Préstales atención y cuídalas; como cuidarías tu cuerpo o tu mente. A medida que lo hagas, se convertirán en aliadas maravillosas en tu camino hacia la integridad.
- Traducción de Asociación Comunicando Vida
- Puedes ver el artículo original en inglés aquí