Hoy en día escuchamos a menudo los termos “amor propio” y “cuidado de uno mismo”. Según www.conceptodefinicion.net el amor propio “es el sentimiento de autoestima, dignidad y amor que una persona es capaz de cultivar por sí misma. En definicion.mx el autocuidado es “la inclinación por facilitarnos atenciones a nosotros mismos.” Los psicólogos utilizan estos términos cuando ofrecen ayuda a aquellos que luchan con depresión y autodesprecio. El amor propio incluye cuidar de tu cuerpo y otros hábitos sanos de cuidado de tu mente y espíritu.
Por supuesto, hay aplicaciones de estos pensamientos de amor propio y cuidado de uno mismo que no son sanas. Los narcisistas distorsionan lo que enseñan los psicólogos para centrarse aún más en ellos mismos en detrimento de otros. Los publicistas usan este lenguaje para conseguir que compres sus productos “porque tú lo mereces”. A veces llevamos al extremo un buen consejo: “Si alguien te cae mal, tienes que quitarle de tu vida”. Estos no son ejemplos de amor propio, sino que satisfacen nuestro egoísmo.
Las reacciones a estos ejemplos egoístas nos llevan a otro entendimiento insano del amor propio. Al dejar que los narcisistas definan el amor propio, muchos cristianos entonces determinan que el amor propio, la autoestima, y el cuidado de uno mismo no son conceptos bíblicos. Buscando información de lo que quería decir Jesús cuando dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39), casi todo lo que encontré en inglés y en español me recordaba a lo que yo había entendido a lo largo de mi vida: amarte a ti mismo es egoísta y altanero. Nunca debes pensar en ti mismo ni en tus propias necesidades. Siempre debes centrar toda tu atención en amar a Dios y a otros. Algunos de los artículos sostenían que, aunque que el amor propio no es necesariamente malvado, es un concepto que hemos entendido inherentemente y por lo tanto no hay necesidad de enseñarlo.
No debemos dejar que los narcisistas definan qué es el amor propio, porque no se están amando a sí mismos. Solo miran por su propio interés y no dudarán en utilizar a otras personas para salirse con la suya. Cuando dejamos que su comportamiento sea la definición del amor propio, nuestra teología se distorsiona y enseñamos que el amor propio es malvado. Entonces aquellos que han sufrido abuso, muchas veces a manos de un narcisista, lucharán aún más con la depresión y el autodesprecio, porque han sido condicionados a no pensar nunca en sí mismos. Han sido alimentados con las mentiras de que son egoístas y que todo es su culpa; y seguirán negándose a sí mismos para intentar agradar a Dios y a otros. Prácticamente dejan de existir.
Esta aplicación del mandamiento de Jesús no ayuda a nadie. Cuando entró el pecado al mundo, rompió tres relaciones: nuestra relación con Dios, nuestra relación con otros, y nuestra relación con nosotros mismos. Por causa del pecado, no podemos saber intrínsecamente como restaurar ninguna de estas relaciones, y vamos a vivir una versión distorsionada de cada una hasta que aprendamos intencionalmente la verdad de lo que dice Dios.
Jesús dice, “Ama a tu prójimo COMO a ti mismo”. Ni más, ni menos. Hay que tener balance. De hecho, si no sabemos cómo amarnos y cuidarnos a nosotros mismos correctamente, no vamos a saber cómo hacer lo mismo con otros.
El resumen de la ley de Jesús se cita por toda la Escritura. Santiago 2:8-9 dice, “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores”. No debemos hacer acepción; hay que tener balance en todas nuestras relaciones.
Romanos 13:8-10 dice, “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley…en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”. El amor no hace mal. Es un buen calibrador: si nos amamos correctamente a nosotros mismos y a los demás, no nos haremos daño a nosotros mismos ni a los demás.
Por lo tanto, ¿qué dice la palabra de Dios sobre el amor propio? ¿Cómo encontramos balance en estas relaciones? Únete a nosotros estas próximas semanas para explorar juntos este tema.