En el capítulo 34 del libro de Ezequías, Dios habló por su profeta, desafiando los pastores corruptos de Israel y exponiendo su abuso de poder sobre el pueblo. Eran líderes…
Las personas que sufren necesitan sentir el toque de Jesús en sus hombros y sus palabras de afirmación y amor. Necesitan saber que Dios les ve y les ama, y que su sufrimiento sí le importa. No necesitan que les digamos que son pecadores, que están alejados de un Dios santo; ya son intrínsecamente conscientes de ello. Es algo que han experimentado todos los días.
Si simplemente consideramos el evangelio en términos de nuestro pecado y nuestra vida espiritual con Dios, nunca nos pararemos a pensar que nuestra lucha puede ser un síntoma de vergüenza y no un resultado de nuestro propio pecado, sino del pecado cometido contra nosotros. Tenemos que llegar a la raíz del asunto y descubrir la verdad de por qué luchamos con los comportamientos y adicciones no deseados que tenemos. Es la única manera de encontrar verdadera libertad.