Si has sufrido abuso, las promesas pueden ser difíciles de creer. Durante múltiples ciclos de confrontación primero y petición de perdón después, seguramente hayas escuchado decir “no va a volver a pasar”. Sin embargo, se repite el abuso. Las promesas dejan de tener valor. Tal vez las declaraciones o promesas que ofrecen un futuro mejor estén vacías de significado para ti. ¿Por qué, entonces debemos creer que Dios va a sanar nuestras heridas interiores, quitarnos el dolor y restaurar nuestros cuerpos?
En su mensaje a Cornelio y su casa, el apóstol Pedro afirma el poder y señorío de Jesús. El que enseñó y sanó a muchas personas fue también crucificado para luego ser levantado de entre los muertos. Este mismo, dice Pedro, es “el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos” (Hechos 10:42). Esto quiere decir que Jesús tendrá la última palabra sobre nuestra restauración integral, porque él va a juzgar todas las cosas. ¿Cómo sabemos que esto incluye nuestra restauración integral?
La respuesta comienza con el hecho de que todas las Escrituras, comenzando con los profetas, prometen perdón de pecados para los que creen en su nombre (v. 43). La paz con Dios es el comienzo de nuestra sanidad. Es parte del proceso de restauración integral. Pero no lo es todo. En Romanos 8:18-30, Pablo explica que la creación misma gime con dolores de parto. La naturaleza misma se identifica con el sufrimiento de los descendientes de Adán y Eva. Pero Pablo dice que esperamos la redención de nuestros cuerpos. Así que nuestra redención sí será integral, incluyendo “todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo” como Pablo dice en 1 Tes. 5:23. Dios ha iniciado el proceso de restauración en nosotros y lo continuará hasta “la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Y esto es una promesa fiel y verdadera.